Piratería 3/6: Una opción ante el mercado establecido

Ya expliqué el punto desde las finanzas familiares, ahora veamos otro caso.

Tal vez hay un individuo que gana bien, que no tiene familia y que podría gastar su dinero en copias genuinas de películas o de discos, pero resulta que es aficionado al cine paquistaní, a la música tradicional del Sahara, al ska-jazz underground húngaro y al folklore de Timbuctú. O, dejémoslo más fácil: le encanta la música rock, ska, reggae, rap y jazz subterráneo. En este país, esas cosas no se comercializan legalmente porque a los dueños de las tiendas no les interesa mirar más allá de las fronteras de esta nación y su vecino del norte. Y tampoco les interesa este tipo de manifestaciones culturales underground de los jóvenes.

Entonces la opción es comprar por internet, pero a Amazon (y otras) tampoco les interesan estas cosas. Y buscando y buscando entre una y otra opción resulta que lo único realmente viable es descargar desde internet o ir a buscar con el Pirata Cultural (que es diferente al del Barrio, ya que no suele vender más que cine de arte y/o música cultural y, debido a esto, sus películas y discos cuestan un poco más).

¿Qué pasa si este individuo es fan de un grupo rocker que ha sido enlatado por su disquera? Enlatado, es decir, que por X o Y razón, la compañía decidió no sacar al mercado la música del tal o cual agrupación o solista. La disquera, dueña de los derechos del álbum, no permite que otras compañías lo publiquen porque éste es de su propiedad. Entonces, los músicos se quedan condenados a no poder difundir su trabajo, a romper relaciones con la compañía, pero resulta que el contrato firmado es por 3 años. Ni modo, se tienen que acatar las órdenes de los dueños de la industria musical. O, en su defecto, distribuir copias ilegales de la música que ellos hicieron.

¿Qué pasa con el cine que no tiene una adecuada distribución? Ya sea porque la cinta no es rentable o porque no se cuenta con los medio para poder hacerla llegar a donde sea. El caso es que no hay cómo hacerla llegar a todas partes. Pero sí hay público deseoso de ver las producciones cinematográficas. Entonces las soluciones se acercan siempre a la opción de mejor difusión: internet, y, en algunos casos, el Pirata Cultural.


Parte 1/6: Ser un papá pirata
Parte 2/6: Al alcance del bolsillo popular
Parte 3/6: Una opción ante el mercado establecido
Parte 4/6: Matando al artista
Parte 5/6: Alternativas para disminuirla
Parte 6/6: Otras alternativas legales
Bonus track: Los libros

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