Haciendo la buena obra del día (Le regresé su credencial a una maestra de kínder)

El viernes o el lunes pasado, no recuerdo bien, encontré tirada en el suelo del autobús una credencial de una maestra de un kindergarden. Por cierto, el kínder se llama algo así como Jürgen Habermas... no tengo comentarios al respecto.

Decidí devolver la credencial a la escuela, quizá la maestra andaba algo preocupada por el extravío. Pensé inicialmente en enviarla por correo postal, pero la verdad es que luego la gente de Correos de México la caga y pierde las cosas. Y pues vi que el jardín de niños no estaba muuuy retirado de la ruta que uso para llegar del trabajo a la escuela. Así que decidí ir personalmente.

Llamé por teléfono al lugar, la credencial incluía domicilio, teléfono, correo electrónico y página web de la institución. Quien me respondió me dio amablemente las indicaciones para llegar y se mostró muy agradecida cuando le dije que no iba a pedir informes sino a devolver la credencial de la maestra.

Total, que llegué al lugar sin contratiempos. Llamé al timbre y desde una ventana se asomó una mujer. No entiendo para qué se asomó, si sonó el timbre es porque alguien lo había tocado, ¿no? El caso es que bajó y no abrió la puerta, a través de la mirilla me preguntó el motivo de mi llamado.

"¿Aquí trabaja la maestra Fulana de Tal?, vengo a dejarles su credencial", le dije. "Ah, eh... sí, aquí trabaja...", secamente me dijo. "Mire, estaba tirada en el piso del camión", le mostré la credencial a la mujer que seguía con la puerta cerrada.

Solo hasta ese momento decidió abrir la puerta. Y solo hasta que abrió la puerta pude ver que ella traía una bata de esas que usan las maestras de kínder, y que detrás de ella estaba parado un sujeto vestido de civil, como escondiéndose en la aparente mentora.

Le entregué la credencial y me dijo un casi silencioso "gracias", como desconfiando de lo que estaba sucediendo.

Yo, con mi cara de "chale", emprendí el camino a mi escuela.

Comentarios