Coco no rifa, la neta

Primero déjenme decirles que sí, ya sé que han pasado muchos días desde que se estrenó la película en México y por lo tanto mi crítica ya está desfasada. No importa, si no escribí antes fue porque las salas estuvieron abarrotadas durante varias semanas y porque sí.

Como sea, les comparto, si es que quieren chutarse mi perorata, mis razones por las que no me gustó Coco de Pixar:

1. Las fotos en las ofrendas. La tradición es previa a la invención de las fotografías, por lo tanto, no eran un elemento indispensable. Según me contaron mis padres y los adultos con los que he conversado al respecto (de diferentes zonas del país) los ancestros muertos van a las casas de sus descendientes haya o no haya fotografía. Claro que la inclusión de este requisito en la trama justifica la desesperación de Héctor y se vuelve crucial, pero no, no es indispensable.

2. No me acuerdo de una sola canción. No es mamada mía, el soundtrack pasó sin pena ni gloria en la cinta. Si me atreviera (y sí lo haré) a comparar Coco con otras producciones pixarianas, por ejemplo, con Toy Story, sale perdiendo la más reciente. De la saga juguetera nunca vamos a olvidar "yo soy tu amigo fiel…" o, en mi caso, nunca me sacaré de la mente esa canción que dice que "no puedo creer que de volar no tenga el poder…" En cambio de Coco no me quedé en la mente con ninguna. Eso estuvo chafa sobre todo porque se trata de una historia centrada en la música.

3. No hay escenas entrañables. Siguiendo con la comparación previa, hay escenas buenas, como cuando Cheech se va, o cuando… rayos, no recuerdo otra… Y pues, eso. Pasan los años y sigo viendo en mi mente a Buzz Lightyear saltando del barandal a la ventana para después caer al vacío de la escalera y terminar en el suelo con un brazo desprendido. De Coco… pues no hay alguna escena así de rescatable. Digo, me gusta la burla descarada a la egolatría de Frida Kahlo y su coreografía de papayas, pero no es una escena trascendental en la historia…

4. Los alebrijes. O sea, no mames, sí están chidos y está chido que los incluyan en la historia, pero nada qué ver con la tradición de muertos.

5. Los giros en la historia. Sigo sin entender por qué chingados es que Miguel se vio entre los muertos y no entre los vivos así de repente. La identidad de Héctor se veía venir desde que se le oyó cantar. Fue lindo escuchar a La Llorona, pero tampoco me parece trascendental ni el giro ni la pieza musical.

6. La distribución de la riqueza después de la muerte. Según mis informantes (esos que mencioné en el punto número uno), los ancestros visitan la ofrenda y consumen la esencia de aquello que se les ofrece, no se llevan ni una migaja, nada. Y, se supone, que una vez muerto todos seremos iguales. Bueno, pues nel, según Coco seguirá existiendo ese injusto reparto de la riqueza…

7. Miguel. Me cayó muy mal la voz del morro. Aunque primero irá mi queja contra Cinépolis y Cinemex, el duopolio de las salas de cine, al menos en mi ciudad. En casi ninguna sala se proyectó la película en su idioma original y eso me encabrona. Ah, la Cineteca Nacional sí lo hizo, pero sus salas estaban llenas hasta por los tres días siguientes a la búsqueda. El caso es que el doblaje del niño estuvo chafa, chafa, lo que se dice chafa. Y el personaje en sí no tiene mucho carisma. O sea, sí es el héroe que viaja para volver transformado, esa fórmula épica que miles de años ha funcionado en las narrativas de todo el mundo, pero no tiene carisma. Es más carismático el Rayo McQueen en la primera de sus tres películas que Miguel, la neta.

8. Coco, o sea, doña Socorro. Sí, tardé en darme cuenta que ese es el nombre de la bisabuela de Miguel. Y pues lo mismo, un personaje desangelado que si bien me hizo chillar cuando cantó la rola que le compuso su padre, me parece muy simple y un pretexto muy débil para titular la obra… o para filmarla.

Y ya, me extendí más de lo planeado y me clavé mucho con las críticas a la tradición. Sí, sé que se trata de una película comercial y no de un documental. Que fue realizada con miras a la recaudación de ingresos y no como un documento etnográfico que sirva para documentar las tradiciones mexicanas en torno al Día de Muertos. Pero es que ellos empezaron. Si los de Pixar no hubieran alardeado sus seis meses de investigación exhaustiva en México y si los críticos no estuvieran alabando el trabajo "bien hecho" de los pixarianos, (ejemplos uno, dos, tres, cuatro) yo ni hubiera tocado el tema. Pero es que no mamen, están viendo que el Kazbam es mamerto y se ponen de pechito. (Esas frases sí son fieles a las tradiciones mexicanas, por cierto.)

En fin, no todo estuvo culero. La animación estuvo muy chingona y me encantó el inicio con papel picado, pero ni la historia ni las referencias a la tradición me convencieron, y por eso es que Coco no rifa.

P. D. (Porque no es crítica hacia Coco.) Reverenda mamada es toda la promoción desde las instituciones de cultura del gobierno mexicano, desde la premier en Bellas Artes hasta la exposición en la Cineteca Nacional, que, por cierto, ¿no hubiera sido mejor un alebrije hecho por alebrijeros en lugar de un alebrije de plástico?

P. D. 2 ¿Un xoloitzcuintle callejero? No mames, esos son perros nice, de lujo.

Comentarios

  1. Creo que COCO fue muy melodramática y poco convincente, jugaron con las emociones del mexicano que tiene una abuelita. A mi no me gusto y no lloré.

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    1. Qué insensible eres. Yo sí lloré cuando doña Socorro cantó la canción de su papá, pero es que soy muy chillón y me gusta el melodrama. Ya luego, con la cabeza fría fue que hice el análisis y la crítica aquí expuestos.

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